

Antífona de la Entrada
Dios nuestro y protector nuestro, un solo día en tu casa es más valioso para tus elegidos, que mil días en cualquier otra parte. (Salmo 83, 10-11)
Primera Lectura
Jeremías 38, 4-6. 8-10
Durante el sitio de Jerusalén,
los jefes que tenían prisionero a Jeremías dijeron al rey:
«Hay que matar a este hombre,
porque las cosas que dice desmoralizan a los guerreros
que quedan en esta ciudad y a todo el pueblo.
Es evidente que no busca el bienestar del pueblo,
sino su perdición».
Respondió el rey Sedecías:
«Lo tienen ya en sus manos
y el rey no puede nada contra ustedes».
Entonces ellos tomaron a Jeremías y,
descolgándolo con cuerdas,
lo echaron en el pozo del príncipe Melquías,
situado en el patio de la prisión.
En el pozo no había agua, sino lodo,
y Jeremías quedó hundido en el lodo.
Ebed-Mélek, el etíope, oficial de palacio,
fue a ver al rey y le dijo:
«Señor, está mal hecho lo que estos hombres hicieron con Jeremías, arrojándolo al pozo, donde va a morir de hambre».
Entonces el rey ordenó a Ebed-Mélek:
«Toma treinta hombres contigo y saca del pozo a Jeremías,
antes de que muera».
Salmo Responsorial
Salmo 39, 2. 3. 4. 18
Respuesta:
Señor, date prisa en socorrerme.
Estrofa 1:
Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Estrofa 2:
Me levantó de la fosa fatal,
de la charca fangosa;
afianzó mis pies sobre roca
y aseguró mis pasos.
Estrofa 3:
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Muchos al verlo quedaron sobrecogidos
y confiaron en el Señor.
Estrofa 4:
Yo soy pobre y desgraciado,
pero el Señor cuida de mí;
tú eres mi auxilio y mi liberación,
Dios mío, no tardes.
Segunda Lectura
Hebreos 12, 1-4
Hermanos:
Rodeados, como estamos,
por la multitud de antepasados nuestros,
que dieron prueba de su fe, dejemos todo lo que nos estorba;
librémonos del pecado que nos ata,
para correr con perseverancia la carrera que tenemos por delante,
fija la mirada en Jesús,
autor y consumador de nuestra fe.
Él, en vista del gozo que se le proponía,
aceptó la cruz, sin temer su ignominia,
y por eso está sentado a la derecha del trono de Dios.
Mediten, pues, en el ejemplo de aquel que quiso sufrir tanta oposición de parte de los pecadores,
y no se cansen ni pierdan el ánimo,
porque todavía no han llegado a derramar su sangre en la lucha contra el pecado.
Aclamación antes del Evangelio
Juan 10, 27
Mis ovejas conocen mi voz, dice el Señor;
yo las conozco a ellas, y ellas me siguen.
Evangelio
Lucas 12, 49-53
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«He venido a traer fuego a la tierra ¡
y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!
Tengo que recibir un bautismo
¡y cómo me angustio mientras llega!
¿Piensan acaso que he venido a traer paz a la tierra?
De ningún modo.
No he venido a traer la paz, sino la división.
De aquí en adelante, de cinco que haya en una familia,
estarán divididos tres contra dos y dos contra tres.
Estará dividido el padre contra el hijo,
el hijo contra el padre,
la madre contra la hija y la hija contra la madre,
la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra».
Antífona de la Comunón
Mi alma espera al Señor con más ansia que los centinelas el amanecer, porque con el Señor viene la misericordia y la abundancia de su gracia. (Salmo 129, 7)
O bien:
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor; el que coma de este pan, vivirá eternamente. (Juan 6, 51)
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Recomendaciones de Canto
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