El Vigésimo Sexto Domingo del Tiempo Ordinario, Año C

25-09-2022


Salmos Responsoriales





Antífona de la Entrada

Todo lo que hiciste con nosotros, Señor,
es verdaderamente justo, porque hemos pecado contra ti
y hemos desobedecido tus mandatos;
pero haz honor a tu nombre
y trátanos conforme a tu inmensa misericordia.
(Daniel 3, 31.29.30.43.42)



Primera Lectura

Amós 6, 1. 4-7

Esto dice el Señor todopoderoso:
«¡Ay de ustedes, los que se sienten seguros en Sión
y los que ponen su confianza
en el monte sagrado de Samaria!
Se reclinan sobre divanes adornados con marfil,
se recuestan sobre almohadones
para comer los corderos del rebaño y las terneras en engorda.
Canturrean al son del arpa,
creyendo cantar como David.
Se atiborran de vino,
se ponen los perfumes más costosos,
pero no se preocupan por las desgracias de sus hermanos.
Por eso irán al destierro a la cabeza de los cautivos
y se acabará la orgía de los disolutos».



Salmo Responsorial

Salmo 145, 7. 8-9a. 9bc-10

Respuesta:

Alaba, alma mía, al Señor.
O bien:
Aleluya.

Estrofa 1:

Él mantiene su fidelidad perpetuamente,
   hace justicia a los oprimidos,
   da pan a los hambrientos,
   liberta a los cautivos.


Estrofa 2:

El Señor abre los ojos al ciego,
   el Señor endereza a los que ya se doblan,
   el Señor ama a los justos,
   el Señor guarda a los peregrinos.


Estrofa 3:

Sustenta al huérfano y a la viuda,
   y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
   tu Dios, Sión, de edad en edad.



Segunda Lectura

1 Timoteo 6, 11-16

Hermano:
Tú, como hombre de Dios, lleva una vida de rectitud,
piedad, fe, amor, paciencia y mansedumbre.
Lucha en el noble combate de la fe,
conquista la vida eterna a la que has sido llamado
y de la que hiciste tan admirable profesión ante numerosos testigos.
Ahora, en presencia de Dios, que da vida a todas las cosas,
y de Cristo Jesús,
que dio tan admirable testimonio ante Poncio Pilato,
te ordeno que cumplas fiel e irreprochablemente,
todo lo mandado, hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo,
la cual dará a conocer a su debido tiempo Dios,
el bienaventurado y único soberano,
rey de los reyes y Señor de los señores,
el único que posee la inmortalidad,
el que habita en una luz inaccesible
y a quien ningún hombre ha visto ni puede ver.
A él todo honor y poder para siempre.



Aclamación antes del Evangelio

2 Corintios 8, 9

Cristo Jesús por ustedes se hizo pobre, siendo rico,
   para hacerlos ricos con su pobreza.



Evangelio

Lucas 16, 19-31

En aquel tiempo,
Jesús dijo a los fariseos:
«Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y telas finas
y banqueteaba espléndidamente cada día.
Y un mendigo, llamado Lázaro, yacía a la entrada de su casa,
cubierto de llagas
y ansiando llenarse con las sobras que caían de la mesa del rico.
Y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió, pues, que murió el mendigo
y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham.
Murió también el rico y lo enterraron.
Estaba éste en el lugar de castigo, en medio de tormentos,
cuando levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro junto a él.
Entonces gritó: `Padre Abraham, ten piedad de mí.
Manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo
y me refresque la lengua,
porque me torturan estas llamas’.
Pero Abraham le contestó:
Hijo, recuerda que en tu vida recibiste bienes
y Lázaro, en cambio, males.
Por eso él goza ahora de consuelo,
mientras que tú sufres tormentos.
Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso,
que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá’.

El rico insistió:
`Te ruego, entonces, padre Abraham,
que mandes a Lázaro a mi casa, pues me quedan allá cinco hermanos,
para que les advierta y no acaben también ellos en este lugar de tormentos’. Abraham le dijo: `Tienen a Moisés y a los profetas;
que los escuchen’.
Pero el rico replicó: `No, padre Abraham.
Si un muerto va a decírselo, entonces sí se arrepentirán’.
Abraham repuso: `Si no escuchan a Moisés y a los profetas,
no harán caso, ni aunque resucite un muerto’ «.



Antífona de Comunión

Recuerda, Señor, la promesa que le hiciste a tu siervo;
ella me infunde esperanza
y consuelo en mi dolor.
(Salmo 118, 49.50)

O bien:

Antífona de Comunión 2

En esto, hemos conocido lo que es el amor de Dios:
en que dio su vida por nosotros.
Por eso también nosotros debemos dar la vida por los hermanos.
(1 Juan 3,16)





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