Vigésimo Domingo del Tiempo Ordinario: Antífona de la Entrada

Salmo 83, 10-11

Dios, protector nuestro,
mira el rostro de tu Ungido.
Un solo día en tu casa es más valioso
que mil días en cualquier otra parte.
(Salmo 83, 10-11)

Verse 1:

¡Qué deseables son tus moradas,
Señor del universo!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor.
(Salmo 83,2.3)

Verse 2:

Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
(Salmo 83,5)

Verse 3:

Fíjate, oh Dios, escudo nuestro,
mira el rostro de tu Ungido.
(Salmo 83,10)

Verse 4:

Gloria al Padre y al Hijo
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Gloria Patri)