El Vigésimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario, Año A: Salmo Responsorial

Salmo 62, 2-9

Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

Verse 1:

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
   mi alma está sedienta de ti;
   mi carne tiene ansia de ti,
   como tierra reseca, agostada, sin agua.

Verse 2:

¡Cómo te contemplaba en el santuario
   viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
   te alabarán mis labios.

Verse 3:

Toda mi vida te bendeciré
   y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca
   y mis labios te alabarán jubilosos.

Verse 4:

Porque fuiste mi auxilio,
   y a la sombra de tus alas canto con júbilo,
   mi alma está unida a ti,
   y tu diestra me sostiene.