El Trigésimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario, Año A: Salmo Responsorial
Salmo 62, 2-8
Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Verse 1:
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
Verse 2:
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Verse 3:
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca
y mis labios te alabarán jubilosos.
Verse 4:
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo.