Sexto Domingo de Pascua: Segunda Lectura
Apocalipsis 21, 10-14. 22-23
Un ángel me transportó en espíritu a una montaña elevada,
y me mostró a Jerusalén,
la ciudad santa, que descendía del cielo,
resplandeciente con la gloria de Dios.
Su fulgor era semejante al de una piedra preciosa,
como el de un diamante cristalino.
Tenía una muralla ancha y elevada,
con doce puertas monumentales,
y sobre ellas, doce ángeles y doce nombres escritos,
los nombres de las doce tribus de Israel.
Tres de estas puertas daban al oriente,
tres al norte, tres al sur y tres al poniente.
La muralla descansaba sobre doce cimientos,
en los que estaban escritos
los doce nombres de los apóstoles del Cordero.
No vi ningún templo en la ciudad,
porque el Señor Dios todopoderoso y el Cordero son el templo.
No necesita la luz del sol o de la luna,
porque la gloria de Dios la ilumina
y el Cordero es su lumbrera.