Domingo de Misericordia Divina: Segunda Lectura
Apocalipsis 1, 9-11. 12-13. 17-19
Yo, Juan, hermano y compañero de ustedes en la tribulación,
en el Reino y en la perseverancia en Jesús,
estaba desterrado en la isla de Patmos,
por haber predicado la palabra de Dios y haber dado testimonio de Jesús.
Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente,
como de trompeta, que decía:
“Escribe en un libro lo que veas
y envíalo a las siete comunidades cristianas de Asia”.
Me volví para ver quién me hablaba,
y al volverme, vi siete lámparas de oro, y en medio de ellas,
un hombre vestido de larga túnica, ceñida a la altura del pecho,
con una franja de oro.
Al contemplarlo, caí a sus pies como muerto;
pero él, poniendo sobre mí la mano derecha, me dijo:
“No temas.
Yo soy el primero y el último; yo soy el que vive.
Estuve muerto y ahora, como ves,
estoy vivo por los siglos de los siglos.
Yo tengo las llaves de la muerte y del más allá.
Escribe lo que has visto,
tanto sobre las cosas que están sucediendo,
como sobre las que sucederán después”.