La Sagrada Familia, Año B: Segunda Lectura

Hebreos 11, 8. 11-12. 17-19

Hermanos:
Por su fe, Abraham, obediente al llamado de Dios,
y sin saber a dónde iba,
partió hacia la tierra que habría de recibir como herencia.
Por su fe, Sara, aun siendo estéril y a pesar de su avanzada edad,
pudo concebir un hijo,
porque creyó que Dios habría de ser fiel a la promesa;
y así, de un solo hombre, ya anciano,
nació una descendencia, numerosa como las estrellas del cielo
e incontable como las arenas del mar.
Por su fe, Abraham, cuando Dios le puso una prueba,
se dispuso a sacrificar a Isaac, su hijo único,
garantía de la promesa, porque Dios le había dicho:
De Isaac nacerá la descendencia que ha de llevar tu nombre.
Abraham pensaba, en efecto, que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos; por eso le fue devuelto Isaac,
que se convirtió así en un símbolo profético.