Podcast: 22º Domingo del Tiempo Ordinario, Año A

Hola y bienvenidos al Podcast del Salmista Moderno. Soy Rebecca De La Torre.

Este fin de semana celebramos el 22º Domingo del Tiempo Ordinario, año A. El tema que prevalece en nuestras lecturas sirve para ilustrar
nuestra lucha al vivir una vida cristiana.
La llamada a todo aquel que desee seguir a Jesús a “renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga”, como se explica en el Evangelio de hoy,
sirve como una clara descripción de los desafíos y complejidades
que se encuentran en el discipulado cristiano.

Comenzando con la Antífona de Entrada, pedimos misericordia a Dios al entrar en la adoración. Pero en este mismo pasaje,
nos recordamos a nosotros mismos que Dios comprende la lucha a la que nos enfrentamos cada día y está seguro de responder con misericordia.

Extraído del Salmo 85, versículos 3 y 5, cantamos:

“Dios mío, ten piedad de mí, pues sin cesar te invoco.
Tú eres bueno y clemente,
y rico en misericordia con quien te invoca.”

La respuesta a nuestro salmo de hoy realmente resume el anhelo de Dios que todos experimentamos, lo reconozcamos o no.

Tomada del versículo 2 del Salmo 62, la respuesta que cantamos es:

“Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.”

Esta respuesta subraya no sólo un momento de necesidad,
sino un deseo continuo y siempre presente de conexión divina.
Cada versículo sirve como metáfora de la búsqueda permanente y,
a veces, de la dificultad de buscar continuamente la presencia, la guía y la gracia de Dios en nuestras vidas.

La Antífona de Comunión es del Salmo 30 versículo 20:

“Qué grande es tu bondad, Señor,
que tienes reservada para tus fieles.”

A primera vista, parece más un canto de alabanza que de lucha. Pero una reflexión más profunda sugiere que la bondad de Dios está “reservada” para “fieles”, lo que implica que hay una forma de lucha en mantener un sentido de temor reverencial y de admiración hacia Dios en nuestras vidas.

Y cuando incluimos los versículos, de frases como “A ti, Señor, me acojo” y
“Tú velas por mi vida en peligro” señalan las dificultades presentes en la vida,
y a la capacidad de Dios para conceder paz a un alma angustiada o cansada.

Como he mencionado antes, el tema principal que extraigo de estas lecturas es la lucha a la que nos enfrentamos cuando nos esforzamos por vivir una vida cristiana.

En la primera lectura del capítulo 20 de Jeremías, el profeta subraya la lucha por alinear la acción humana con la voluntad divina, incluso cuando hacerlo conlleva costos sociales o emocionales.

En el versículo 7, Jeremías dice

“Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir;
fuiste más fuerte que yo y me venciste. ”

y en el versículo 9:

“había en mí como un fuego ardiente,
encerrado en mis huesos;
yo me esforzaba por contenerlo y no podía.”

¿Cuántas veces nos hemos sentido llamados a actuar de una determinada manera, pero cuando la adversidad nos golpeó, nos sentimos como si hubiéramos sido unos tontos por seguir lo que interpretábamos que era el Espíritu guiándonos? Pero al final, las cosas salieron bien, y pudimos ver cómo la mano de Dios estaba en todo el tiempo.

¿Te sientes identificado?

En el momento, es difícil entender el plan de Dios. Y si buscamos de verdad y en oración la voluntad de Dios, y sentimos ese mismo “fuego ardiendo” en nuestros corazones como el que sintió Jeremías, entonces ¿qué podemos hacer, sino seguir la voluntad de Dios?

En la segunda lectura de hoy, San Pablo nos anima a hacer lo mismo. En el capítulo 12 de Romanos, versículos 1 y 2, nos dice:

“ofrezcan ustedes mismos como una ofrenda viva, santa y agradable a Dios”

y

“dejen que una nueva manera de pensar los transforme internamente,
para que sepan distinguir cuál es la voluntad de Dios”

Y en el evangelio de hoy,
Jesús comunica el mismo mandato en Mateo capítulo 16 versículo 24:

“El que quiera venir conmigo,
que renuncie a sí mismo,
que tome su cruz y me siga.”

Compuse mi propia canción basada en estas palabras de Jesús, titulada “Toma tu cruz y sígueme”

Todo el estribillo y los versos son una paráfrasis con ritmo de las propias palabras de Jesús que comunican la misma lucha a la que nos enfrentamos cada día cuando nos esforzamos por vivir una vida dedicada al Señor.

Esa fue mi canción original, “Take Up Your Cross, and Follow Me” (Toma tu cruz y sígueme) para el 22º Domingo del Tiempo Ordinario, año A. Consulta las notas del programa para ver los enlaces a las grabaciones y las partituras de todas las canciones que aparecen en el podcast de hoy.

Acompáñenme la próxima semana para el 23º Domingo del Tiempo Ordinario, mientras exploramos cómo “el amor es el cumplimiento de la ley.”

Que Dios les bendiga.