Décimotercero Domingo de Tiempo Ordinario Año C: Segunda Lectura

Gálatas 5, 1. 13-18

Hermanos:
Cristo nos ha liberado para que seamos libres.
Conserven, pues, la libertad y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud. Su vocación, hermanos, es la libertad.
Pero cuiden de no tomarla como pretexto para satisfacer su egoísmo;
antes bien, háganse servidores los unos de los otros por amor.
Porque toda la ley se resume en un solo precepto:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Pues si ustedes se muerden y devoran mutuamente,
acabarán por destruirse.

Los exhorto, pues, a que vivan de acuerdo con las exigencias del Espíritu;
así no se dejarán arrastrar por el desorden egoísta del hombre.
Este desorden está en contra del Espíritu de Dios,
y el Espíritu está en contra de ese desorden.
Y esta oposición es tan radical,
que les impide a ustedes hacer lo que querrían hacer.
Pero si los guía el Espíritu, ya no están ustedes bajo el dominio de la ley.