Decimosexto Domingo del Tiempo Ordinario: Segunda Lectura

Colosenses 1, 24-28

Hermanos:
Ahora me alegro de sufrir por ustedes,
porque así completo lo que falta a la pasión de Cristo en mí,
por el bien de su cuerpo, que es la Iglesia.
Por disposición de Dios,
yo he sido constituido ministro de esta Iglesia
para predicarles por entero su mensaje,
o sea el designio secreto que Dios ha mantenido oculto desde siglos y generaciones y que ahora ha revelado a su pueblo santo.

Dios ha querido dar a conocer a los suyos la gloria
y riqueza que este designio encierra para los paganos,
es decir, que Cristo vive en ustedes y es la esperanza de la gloria.
Ese mismo Cristo, que nosotros predicamos,
cuando corregimos a los hombres y los instruimos
con todos los recursos de la sabiduría,
a fin de que todos sean cristianos perfectos.