Vigésimo Quinto Domingo del Tiempo Ordinario: Segunda Lectura

1 Timoteo 2, 1-8

Te ruego, hermano, que ante todo se hagan oraciones, plegarias,
súplicas y acciones de gracias por todos los hombres,
y en particular, por los jefes de Estado y las demás autoridades,
para que podamos llevar una vida tranquila y en paz,
entregada a Dios y respetable en todo sentido.
Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro salvador,
pues él quiere que todos los hombres se salven
y todos lleguen al conocimiento de la verdad,
porque no hay sino un solo Dios
y un solo mediador entre Dios y los hombres,
Cristo Jesús, hombre él también,
que se entregó como rescate por todos.
Él dio testimonio de esto a su debido tiempo
y de esto yo he sido constituido,
digo la verdad y no miento,
pregonero y apóstol para enseñar la fe y la verdad.

Quiero, pues, que los hombres, libres de odios y divisiones,
hagan oración dondequiera que se encuentren,
levantando al cielo sus manos puras.