Vigésimo Octavo Domingo del Tiempo Ordinario: Evangelio
Lucas 17, 11-19
En aquel tiempo,
cuando Jesús iba de camino a Jerusalén,
pasó entre Samaria y Galilea.
Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos,
los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían:
“Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”.
Al verlos, Jesús les dijo:
“Vayan a presentarse a los sacerdotes”.
Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra.
Uno de ellos, al ver que estaba curado,
regresó, alabando a Dios en voz alta,
se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias.
Ese era un samaritano. Entonces dijo Jesús:
“¿No eran diez los que quedaron limpios?
¿Dónde están los otros nueve?
¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero,
que volviera para dar gloria a Dios?”
Después le dijo al samaritano:
“Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”.