Vigésimo Octavo Domingo del Tiempo Ordinario: Segunda Lectura
2 Timoteo 2, 8-13
Querido hermano:
Recuerda siempre que Jesucristo, descendiente de David,
resucitó de entre los muertos,
conforme al Evangelio que yo predico.
Por este Evangelio sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor;
pero la palabra de Dios no está encadenada.
Por eso lo sobrellevo todo por amor a los elegidos,
para que ellos también alcancen en Cristo Jesús la salvación,
y con ella, la gloria eterna.
Es verdad lo que decimos:
“Si morimos con él,
viviremos con él;
si nos mantenemos firmes,
reinaremos con él;
si lo negamos,
él también nos negará;
si le somos infieles,
él permanece fiel,
porque no puede contradecirse a sí mismo”.