El Trigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario, Año B: Segunda Lectura

Hebreos 10, 11-14. 18

Hermanos:
En la antigua alianza los sacerdotes ofrecían en el templo,
diariamente y de pie, los mismos sacrificios,
que no podían perdonar los pecados.
Cristo, en cambio, ofreció un solo sacrificio por los pecados y
se sentó para siempre a la derecha de Dios;
no le queda sino aguardar a que
sus enemigos sean puestos bajo sus pies.
Así, con una sola ofrenda,
hizo perfectos para siempre a los que ha santificado.
Porque una vez que los pecados han sido perdonados,
ya no hacen falta más ofrendas por ellos.