Cuarto Domingo de Pascua: Segunda Lectura

Juan 7, 9. 14-17

Yo, Juan, vi una muchedumbre tan grande,
que nadie podía contarla.
Eran individuos de todas las naciones y razas,
de todos los pueblos y lenguas.
Todos estaban de pie, delante del trono y del Cordero;
iban vestidos con una túnica blanca y llevaban palmas en las manos.

Uno de los ancianos que estaban junto al trono, me dijo:
“Estos son los que han pasado por la gran persecución
y han lavado y blanqueado su túnica con la sangre del Cordero.

Por eso están ante el trono de Dios
y le sirven día y noche en su templo,
y el que está sentado en el trono los protegerá continuamente.
Ya no sufrirán hambre ni sed,
no los quemará el sol ni los agobiará el calor.
Porque el Cordero, que está en el trono,
será su pastor y los conducirá a las fuentes del agua de la vida
y Dios enjugará de sus ojos toda lágrima”.